Dulce de membrillo casero
El membrillo es uno de esos frutos que anuncian la llegada del otoño. Su aroma es intenso, su textura firme y su sabor, cuando se cocina, es pura magia. Convertirlo en dulce de membrillo casero es una de las maneras más clásicas y deliciosas de aprovechar esta fruta de temporada. Y lo mejor: no tiene complicación alguna, solo hace falta un poco de paciencia.
La receta lleva membrillos frescos y maduros, azúcar y limón. El resultado es un dulce firme, brillante y con ese color tostado tan característico.
Puedes usarlo para acompañar quesos, untar en pan, preparar postres o incluso añadir a recetas saladas. Si necesitas reducir el azúcar o prefieres otro endulzante, también puedes hacerlo.
El membrillo tiene mucha pectina natural, así que suele cuajar bien. Solo hay que ajustar tiempos y controlar la textura mientras se cocina. El resultado sigue siendo espectacular.
Ingredientes:
Membrillos maduros
Limones
Azúcar (la mitad del peso de la pulpa cocida)
Elaboración paso a paso:
Lava los membrillos, córtalos en trozos grandes y colócalos en una olla junto a un limón (o dos) troceado. Cubre con agua y hierve hasta que estén tiernos.
Una vez cocidos, retira la piel y los corazones. Puedes reservarlos si quieres preparar una jalea. Opcionalmente puedes dejar la piel para triturar con la pulpa.
Pesa la pulpa resultante y añade azúcar equivalente a la mitad de ese peso. Deja reposar una hora.
Tritura la mezcla hasta obtener una crema espesa y homogénea.
Cocina a fuego lento, removiendo sin parar para evitar que se pegue. Irá espesando y tomando un tono más oscuro.
Sabrás que está listo cuando puedas apartar la mezcla hacia un lado y ver el fondo de la cazuela sin que retroceda, y cuando se mantenga firme en la cuchara.
Vierte el dulce en moldes o cazuelitas de barro y deja enfriar por completo. Cuanto más tiempo repose, más firme y sabroso quedará.

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